del erotismo erecto, se amortigua;
entonces arde como llama antigua
donde se goza lo que más inflama.
En este punto el sexo no reclama
nada más que la parte más exigua
de la carne que yace más contigua
a la esencia que el género derrama.
Lo que fuera delito en otra edad
deja los miedos de la pubertad
e inventa idealidades del delito.
Es otra forma de erotismo ardiente
y atrevido, que pasa por la mente
y goza con entrar en lo inaudito.
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